jueves, 19 de marzo de 2015

Dulce guerra.

Supongo que tengo todo el derecho de decir que te odio. Porque hay daños posteriores a los hechos y recuerdos que no se desvanecen con la facilidad que me decías siempre.
Soy de las que buscan explicaciones y razones, la que te buscó después de lo irreversible.
No sabría decirte el porque de todo esto, solo que a veces me da por comparar para ser feliz. Si, ahora, sin ti.
Y en una playa, sin nadie ajeno, sin luces que intimiden...perseguirla hasta caernos y buscar sus labios a oscuras. Mientras ella busca los bordes de mi camisa para tirar de ella hacia arriba y juntar nuestro calor, sin definir fronteras.
Me declara la guerra. Y propongo que estalle aquí y ahora, entre suspiros, las olas del mar, susurros de nuestro nombre, gritos de victoria y repetición de batalla.
Porque no es el final, es el principio de algo mucho más bonito. Como su cuerpo sobre el mio, su sonrisa desnuda o su boca prometiéndome el paraíso.
Hay capítulos que merecen terminar para dar paso a historias enteras. Quizá sin aquel final amargo, ahora no tendría a la dulzura cogida de mi mano.

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